Santiago Romero (La Opinión A Coruña)
Hay luchas de poder por el futuro Sistema de Inteligencia Económica. Ahora hacen falta menos militares y más economistas.
Fue agente del CNI de 2002 a 2013, bajo el pseudónimo de Juan.
El coruñés David R. Vidal es ahora uno de los responsables de Global Chase, la primera consultora privada de inteligencia en España. Este año ha publicado Diario de un espía (Cúpula), avalado por los comentarios del coronel Manuel Rey Jimeno, antiguo jefe de sección en el Cesid o Robert Steele, exagente de la CIA. Ahora prepara ya la edición de un próximo libro sobre el espionaje en el mundo de la economía y los negocios.
–¿Cómo se convirtió en espía?
–Trabajaba con inmigrantes que necesitaban regular su situación y me contaron cosas espeluznantes sobre las redes de tráfico de personas y esclavismo sexual por las que pasaron para llegar a España. Les pedí que lo denunciaran, pero tenían miedo. Así que me puse yo en contacto con la policía… y el CNI se interesó por mí.
–Y no los decepcionó
–Al principio no tenía ni idea, pero me fui especializando. Me pidieron que montara una red de informadores fuera de España y lo hice. Organicé una red de inteligencia en dieciséis países africanos.
–¿Cómo se monta una red?
–Lo más complicado es establecer los contactos, después hay que esperar. A veces logras buena información, que es la que pasas a tus superiores, y otras, no vale nada.
–¿Qué información tenía que conseguir?
–Saber quiénes son los responsables en cada eslabón de la cadena que catapulta a los inmigrantes africanos hacia España, dónde recalan, quiénes organizan los viajes, dónde se fabrican los motores de las pateras…
–¿Dónde está el epicentro de estas mafias?
–El responsable está en terceros países que no tienen relación ni con el punto de partida de los inmigrantes ni con su destino final.
–¿Su vida corrió peligro?
–Sí. Especialmente durante mi estancia en Nigeria. Allí la vida vale muy poco y me vi envuelto en un par de episodios muy peligrosos.
–¿Hay líneas rojas que no cruzaría?
–La función de un espía es obtener los datos que le piden. Sea lo que sea.
–¿Sin preguntarse para qué?
–Si tienes reservas éticas, no puedes dedicarte al espionaje.
–¿Proporcionaría pistas con el objetivo de eliminar a alguien?
–Sí. Pero no preguntas para qué te piden los datos. Y tampoco te lo advierten.
–Habrá daños colaterales…
–Una empresa de catering iba a servir una cena al Rey en un evento y descubrimos que uno de los camareros era un extremista. Fue despedido.
–¿Hay remordimientos?
–Para eso están los servicios de inteligencia. En mi caso, me quedo con que mis operaciones permitieron abortar operaciones de barcos negreros, cargados con inmigrantes estafados.
–¿Hay yihadistas en Ceuta, como sostiene la serie El príncipe?
–Es mera ficción, no es un lugar de captación.
–¿Es un riesgo que Cataluña cree su agencia de inteligencia?
–Cada gobierno autonómico tiene sus propios intereses tanto en temas de seguridad como económicos.
Si hay un poderoso tejido empresarial con relevancia internacional entiendo que la inteligencia a nivel autonómico es un signo de madurez. Otra cosa es echar
mano de cuatro policías y dedicarlos a no se sabe muy bien qué.
–Su próximo libro aborda la inteligencia económica, una asignatura pendiente en España.
–Es uno de los pocos países europeos que carece de esta arma de espionaje, aunque se está gestando el SIE —Sistema de Inteligencia Económica— alrededor del
que ya se están librando luchas palaciegas de poder.
–¿Tan importante es?
–Es una pieza fundamental de la seguridad. Ahora necesitamos menos militares y más economistas.
–¿Favorecerá intereses de determinadas empresas?
–Debe proteger los intereses económicos del Estado, no de las empresas, aunque indirectamente puede ayudar a grandes firmas estratégicas.
–¿El SIE será controlado por el CNI?
–Entiendo que no, salvo sorpresa final, aunque tendrá un papel relevante. El problema es que hoy por hoy el CNI tiene poco que ofrecer a aquellas empresas multinacionales
que funcionan bien en la arena internacional. Más bien es al revés. Dentro de unos años la situación puede cambiar.
–¿Hay mucha demanda de inteligencia en el sector privado?
–No hay ninguna multinacional que invierta en España sin haber pedido informes exhaustivos de sus futuros socios.